Señoras y señores, hice el propósito de no postear nada durante los fines de semana, por la sencilla razón de que en esos días baja significativamente el tráfico del blog, y como tengo programadas las entradas hasta dentro de un més, los post de los lunes tapan los del fin de semana y estos quedan relegados sin haber sido leídos....peeerooo esto me acaba de llegar de manos de Gaby, mi amiga de la infancia que ahora se desenvuelve en la comunidad europea, y me regala a menudo con correos hilarantes o muy interesantes, tal como éste que no he podido resistir la tentación de publicar hoy mismo a pesar de mi meditada y sopesada decisión. Espero que lo disfruten y ponderen en su justo valor. Gracias Gaby!!
Testamento gastronómico-amatorio para la instrucción de la nieta
Nieta querida, hija de mi hijaAhora que me preparo para dejar este mundo, y habiéndote querido tanto, quiero legarte una sabiduría a la cual llegan casi todas las mujeres y que por pudor, o por mezquindad, nos reservamos: la comida y el sexo son la misma cosa. Tal vez pienses que lo que acabo de decir es un delirio, un devaneo de mis neuronas cansadas que se despiden, una exageración… Pero no, mi dulzura; es una verdad más grande que un templo y es mi obligación decírtelo. Tu madre no te lo dirá, tal vez tus amigas te lo sugieran, lo más seguro es que si algún día tienes una hija, lo descubra antes que tú y que yo; lo cierto es que el apetito carnal y el de alimentos, provienen del mismo oscuro y tibio rincón del alma. Me jacto, a mis años, de poder deducir las virtudes (o carencias) de un hombre en las artes amatorias con sólo verlo comer. Esos hambrientos que devoran la comida sin siquiera detenerse a sentir lo que saborean, esos trogloditas que engullen en dos bocados hamburguesas llenas de salsas peligrosas y contradictorias, esos pobre hombres que no recuerdan en la cena lo que almorzaron, carecen del más elemental sentido de la estética a la hora de la horizontalidad. Despachan a sus mujeres como reses que van al