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domingo, 14 de agosto de 2011
EL KARMA DE SER PASANTE
En qué consiste el «pasar» del pasante? ¿Quizás en alcanzar los estadios superiores del ejercicio profesional? ¿Tal vez en superar los niveles más elevados del aprendizaje? La pragmática realidad nos revela que el «pasar» del pasante consiste en pasar trabajo, cuando no simplemente en pasar aquello que nunca debió pasarse. No al menos en los espacios laborales. No al menos en horario de oficina.
La sociología postmodernista nos indica que la pasantía es una mezcla de todas las categorías históricas de la servidumbre. Un pasante acumula en su ser básico rasgos genéticos de ilotas, esclavos, metecos, siervos de la gleba, parias y vasallos; así como también visos de pitiyanquis, apátridas y hasta cachorros del imperio. Desde el punto de vista empresarial, nos referimos al escalafón inferior, casi subterráneo, de una organización.
Diversos y prestigiosos círculos intelectuales discuten arduamente si el pasante posee condición humana. A diferencia del debate indigenista, cuyas discusiones ocuparon buena parte de la época colonial, en la actualidad continúa sin aparecer un émulo de Bartolomé de las Casas que se arriesgue a proponer la aventurada tesis de que el pasante sea ciertamente una criatura de Dios y, por tanto, posea alma, sentimientos y capacidad de raciocinio.
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