Para la refinada Annabel Essex, el marido ideal debe reunir tres características fundamentales.
Ser rico
...es decir, muy muy rico. Tanto, que le haga olvidar definitivamente los años de penuria como hija de un pobretón noble escocés.
Ser inglés
...pues como todo el mundo sabe, Londres es el centro del mundo civilizado y el mejor lugar para que ella satisfaga su inmoderada pasión por los vestidos elegantes y el agua caliente.
Ser educado
...ya que siempre es preferible la buena crianza a la apostura... o incluso a la inteligencia.
Pero, para desgracia de Annabel, cuando cree haber encontrado al candidato perfecto, se cruza en su camino Ewan de Ardmore, otro pobretón conde escocés que no tiene otra cosa que ofrecer que su impresionante apariencia, una brillante inteligencia y un talento indiscutible para besar.
Para su inmensa consternación, la muchacha se ve enredada en un sinfín de malentendidos que finalmente la obligan a viajar con el conde a sus tierras del Norte, haciendo creer a todos los que los rodean que son marido y mujer. Durante el accidentado trayecto, Ewan y Annabel se irán conociendo, sorprendiendo... y, finalmente, amando.
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