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miércoles, 28 de octubre de 2009

AGRADECIMIENTOS

Cortesía de mi amiga Grego....me moria de la risa!!! gracias amiguis.


Quisiera agradecerles a todas  las personas que me han enviado  cadenas durante todo el año.
Pues, gracias a ustedes:

1: Ya no tomo Coca-Cola, desde que descubrí que lo usan para el sarro de los baños.


2: Ya no voy al cine, porque tengo miedo de sentarme en una aguja infectada con el virus del SIDA o alguna otra marciana enfermedad.


3: Apesto porque ya no uso desodorante que me puede provocar cáncer.


4: Ya no estaciono mi carro en ningún estacionamiento, pues tengo miedo que me den una muestra gratis de perfume para luego violarme.


5: Ya no contesto el teléfono pues me pueden pedir burrada y medias, y después voy a tener un recibo infernal con llamadas a Uganda, Singapur o Tokio.


6: Ya no tomo bebida en latas por miedo a envenenarme con orín de ratas.


7: Cuando salgo a una Disco, ya no miro a nadie pues tengo miedo que me lleve a un hotel para drogarme y luego quitarme un riñón para venderlo en el mercado negro, y me dejen muerto en una hielera.


 8: Transferí todos mis ahorros a la cuenta de Amy Bruce,  una pobre chiquilla que estuvo enferma más o menos 7000 veces. (qué raro que esa niña tenga siempre 8 años desde 1995).


9: Todavía estoy esperando porque mi GSM Nokia gratis nunca llegó, ni las entradas que he ganado para vacaciones pagadas a Disneylandia, ni el IPOd, ni el reproductor, ni la laptop.


10: Inscribí mi nombre entre 3000 otros en una petición


 y salvé una especie de ardillas en peligro de extinción.


11: Supe 287 veces que MSN Hotmail iba a borrar mi cuenta.


12: Acumulé 3800 años de mala suerte (más o menos) y he muerto 107 veces por todas las cadenas que no reenvíe a 8772 personas. No sé cuando terminaré de pagarlos.


13: Debería tener no sé cuantos recibos por pagar, pues desde el 1° de agosto el messenger no es gratis.


14: Estuve enviando ese correo para que presionara F6 o F8 al final de enviarlo y el nombre de la persona que me ama iba a aparecer en letras grandotas y solo logre fregar el teclado.


15: No acepté, ni abrí ningún correo en este último mes por temor a que entre un virus infernal que me destruya la memoria cero de mi disco duro (como si eso existiera), y gasté más de 500 Bs. en limpieza de virus de mi PC.


16: Intenté 87 veces a que mi icono del Messenger se volviera azul  (cosa que nunca pasó).


17: Dejé de comer pollo y hamburguesas, porque no son más que carne de engendros horripilantes sin ojos ni plumas, cultivados en un laboratorio.


18: Tampoco fui más a McDonald's para no comer hamburguesas hechas con (además de la carne del punto anterior) una especie de lombrices mutantes.


19: No compro leche en envases Tetrapack, pues no sé cuantas veces ha sido reciclada.


20: Ya no saco plata de los cajeros porque me pueden poner una pantalla falsa que me hace creer que se tragó la tarjeta y después me vacían la cuenta.

"Pero de lo que sí estoy seguro es de que todos mis males son a causa de una cadena que rompí u olvidé seguir y por eso me cayó encima una comezón y una maldición".

 A todos GRACIAS, ¡me cambiaron la vida!

IMPORTANTE: Si no mandas este mail a al menos 8500 personas en los 3 próximos segundos,  un dinosaurio morado que canta vendrá a comerse a tu familia mañana a eso de las 5:34pm, y al salir del trabajo una paloma picará tu ojo,  dejándote ciego, además te arderá impresionantemente una hemorroide gigante que te va a salir a las 9:23 p.m.... pero un momento, si lo mandas... aparecerá un cheque al portador por 1000 Bs. justo  debajo de tu teclado, la memoria de tu PC o MAC aumentará a 10 terabytes, el amor de tu vida tocará la puerta de tu casa en 10 minutos así que reenvíalo y date una bañadita pronto ¡Corre!
Recuerdas que este mensaje ha sido hechizado por un brujo pirujo así que ya tú sabes.
 No es cierto, pero gracias por acordarse de mí, bueno por lo mínimo no me has borrado de su lista de contactos

UN ARTICULO DE EDUARDO GALEANO





Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.
No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.
Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.
¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores.
¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor.. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos desechables!
¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!
¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos!
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!
¡Es más!
¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.
¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de las Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más basura.
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)
No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.
Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'.
Mi cabeza no resiste tanto.
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo).
Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.
Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!
¡¡¡Las cosas que usábamos!!!: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón. Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.
Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.
Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los remedios por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.

ACLARATORIA

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